Ocho entrevistas inventadas
Enrique Vila-Matas
H&O Editores, 2024
Es
paradójico que este último libro de Enrique Vila-Matas no sea de Enrique
Vila-Matas, porque —digámoslo— el “autor” de aquellas entrevistas no era aún el
autor que sus lectores conocemos. Y no solamente porque fuera un escritor en
sus inicios sino porque ni siquiera él mismo se sabía escritor. Las ocho
entrevistas incluidas en este librito fueron publicadas a finales de los años sesenta
y principios de los setenta, antes de que Vila-Matas se marchara a vivir a
París y de cuya estancia nos habló en su París no se acaba nunca.
Creo que fue
Musil quien renegaba de esos escritores (y editores) que publicaban textos
inacabados o borradores o cuadernos de notas, es decir que el autor de El
hombre sin atributos negaba valor literario a textos tangenciales y
ancilares de un autor. Por suerte, sus cuadernos de apuntes y sus diarios
fueron publicados de forma póstuma.
Entonces, ¿cuál
es el valor de las entrevistas de un autor que aún no lo era? Si la lectura de
las preguntas y respuestas (algunas totalmente “falsas”) nos hace entrever
cierto estilo, ciertos motivos, ciertas posiciones del futuro autor, lo que más
sorprende es el carácter fundacional en cuanto a la posterior actitud de
Vila-Matas hacia la práctica literaria. ¿Qué es inventarse las preguntas y las
respuestas de una entrevista sino contemplar la realidad con escepticismo y
someterla a la ficción?
Todo es ficción.
¿Qué supone
suplantar al entrevistado y darle la propia palabra sino una atracción por la
impostura, por convertirse en otro? Muchos años después de estas fingidas
entrevistas leeremos libros como Impostura, Doctor Pasavento o Montevideo
en los que el autor maduro reafirma la posición literaria intuida en aquellas
entrevistas ficcionadas.
Todo es ficción en Vila-Matas.
Yo me imagino
al joven redactor de Fotogramas ante la propuesta de sus jefes para
realizar aquellas entrevistas como a un Bartleby receloso que pensara: “¿Entrevistas?
Preferiría no hacerlas, así que me las invento”.
Y es que todo es ficción en
Vila-Matas, desde el principio.
En el libro
que nos ocupa hay una especie de epílogo, “pieza vertebradora de su obra
posterior” en palabras del prologuista Mario Aznar, que es el relato Recuerdos
inventados, donde ya entrevemos las posiciones que tomará el autor. «Como
nada memorable me había sucedido en la vida, yo antes era un hombre sin apenas
biografía. Hasta que opté por inventarme una. Me refugié en el universo de
varios escritores y forjé, con recuerdos de personas que veía relacionadas con
sus libros o imaginaciones, una memoria personal y una nueva identidad.
Consideré como propios los recuerdos de otros, y así es como hoy en día puedo
presumir de haber tenido vida».
Recuerdos inventados, entrevistas
fingidas: ingenio, ficción.
Algunas de las
entrevistas son composiciones de otras que el joven redactor tomó como materia
prima. Es el caso de la realizada a Patricia Highsmith para La Vanguardia.
Otras están “intervenidas” por el autor, como las de Bardem o Rovira Veleta. Y
por fin la apoteosis de la impostura es la realizada a Rudolf Nuréyev, que
directamente fue fabricada por Vila-Matas sin siquiera acudir al encuentro con
el bailarín en su hotel.
Como bien
apunta Mario Aznar en su prólogo al referirse a la entrevista a Marlon Brando,
Vila-Matas se erige —ya entonces— en ventrílocuo y pone en boca de su personaje
las propias palabras. Es el adelanto de la obra posterior (muy posterior) Una
casa para siempre, en la que el protagonista quiere tener una voz propia.
La entrevista a Brando, sin desmerecer a las demás, es una pirueta genial pues
en ella reconocemos al actor o al menos —bajo la dirección y el método de
Vila-Matas— representa el papel verosímil de una actuación íntima y personal.
Ha escrito en
algún lugar Vila-Matas que “la creatividad es la inteligencia divirtiéndose”. Y
qué mayor ejercicio de juego y diversión que publicar — en su momento— unas
supuestas entrevistas en las que casi todo es ficción, creatividad y juego.
De aquella
dualidad o ingenio bifronte al asumir el papel de entrevistador y entrevistado
viene la afición inquebrantable de Vila-Matas por convertirse a la vez en
escritor y lector, en escritor y personaje, en escritor y crítico. Si Borges
prefería hablar de libros inexistentes como si ya hubieran sido escritos,
Vila-Matas prefirió que sus entrevistados se convirtieran en personajes de una
creación literaria propia.
El no menor
detalle de la evolución de las firmas del futuro escritor nos pone en la pista
de que la formación de una conciencia de “autor” se construye en aquellos meses
y en aquellas primeras “obras”, si podemos llamarlas así. Desde un absoluto
seudónimo como Mary Holmes hasta el definitivo Enrique Vila-Matas observamos la
materialización de una conciencia creadora y propia.
Con todo lo
anterior queda claro que este libro agradará a los lectores fieles del autor,
que con perspectiva comprenderán muchas cosas. Sobre todo, comprenderán cómo
Vila-Matas se adscribió a una “extraña forma de vida”.
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