La banalidad del bien
Jorge Freire
Páginas de Espuma, 2023
Aquellos que
deseen estar al tanto de lo que se cuece en la sociedad actual deberían leer
este libro clarividente del joven filósofo Jorge Freire. La mirada aguda y
aguzada del autor se planta ante los acontecimiento sociales y humanos más
aparentes y decisivos: el bien y su banalización, la devaluación de las
virtudes en valores de uso y exhibición, la abolición del conflicto, y más,
mucho más.
No se han de
arredrar los lectores ajenos al sofisticado mundo filosófico, pues la mirada de
Freire se coloca en el lugar del lector/ciudadano atento, aunque no
necesariamente erudito. Y es que el autor analiza ciertos efectos sociales que
todos vemos cada día a nuestro alrededor. Aquellos efectos que han desvirtuado
el humanismo para convertirlo en productos perfunctorios del capitalismo
anímico.
El libro está
estructurado en seis partes muy bien definidas y dedicadas a los diversos
aspectos que nos conciernen. Parte el autor del concepto de «banalidad del mal»
que Hannah Arendt acuñó en su libro Eichmann en Jerusalén. Si Arendt
afirmaba que «profundo y radical es siempre y solamente el bien», Freire
propone que «aun siendo profundo y radical, todo bien es susceptible de
convertirse en mal al banalizarse». Las buenas acciones se trivializan en
exhibicionismo, la compasión en empatía, el coraje en molicie y la concordia en
asepticismo, dice al autor.
Se agradece —sobre
todo lo hará el lector profano en formación filosófica—, que Freire no pretenda
erigir su análisis sobre un constructo filosófico sistemático, a lo Hegel, sino
que se acerque a la realidad humana desde lo fragmentario. Es una mirada que
nos recuerda más a filósofos como Walter Benjamin o a escritores como Canetti.
Miradas de observador tranquilo, miradas de flâneur ocioso pero atento. La
sistemática de Freire, si se quiere, es la de una sutil mirada del observador
curioso e impertinente que mete el dedo en el ojo del ciudadano con el fin de despertarlo
del letargo infligido por el capitalismo tardío.
En la primera
parte el autor advierte de la sustitución de la virtud por los valores que la
obsesión contemporánea ha convertido en bienes susceptibles de ser vendidos
como cualquier otro producto del mercado. Y es que el capital, según Freire, lo
que hace es «vender bienes disfrazados de Bien». Con la era posmoderna llegó el
escepticismo radical que se bifurcó en multitud de teorías relativistas de modo
que los conceptos morales se devaluaron para convertirse en «absolutismo
dogmático» (Alan Sokal).
La segunda
parte la dedica Freire al efecto que el capitalismo anímico ha provocado en el
ser humano de modo que el coraje ha cedido su puesto a la molicie y el amor
propio al autodesprecio. Nos enfrentamos, alega Freire, a «un capitalismo
manirroto y desculpabilizado que conmina al ciudadano a dar rienda suelta a los
impulsos y a las emociones». Este capitalismo añade el autor, ya no crea
productos sino yoes yertos e invoca el «optimismo cruel» del que hablara Lauren
Berlant y que ha impuesto fantasías inalcanzables de vida buena.
Aspecto que
alabar en la aproximación literaria de Freire es la agudeza filológica a la
hora de utilizar términos relativamente desusados o arcaizantes con el fin de
sacar brillo etimológico a un lenguaje que ha perdido su filo descriptivo por
el desgaste y la manipulación. Sugiere esta disposición una suerte de
reivindicación de la mirada nietzscheana —no en vano Nietzsche era filólogo—,
asistemática y literaria más que de rígida construcción filosófica. El aprecio
del autor por los refranes, proverbios y frases populares facilita al lector el
entendimiento de los conceptos analizados más que aquella palabrería distante y
distanciada de los filósofos posmodernos.
El desarrollo
del texto de Freire nos acerca a conceptos como la empatía y la compasión,
proponiendo aquella como una versión edulcorada y exhibicionista de la segunda.
«La empatía nunca es suficiente para el comportamiento moral», explica el
autor. Cada día asistimos —en los medios, en la publicidad— a la manifestación
idiotizada de la empatía como si el mero hecho de declararnos afectados nos
librara de la toma de acción y el compromiso.
No se trata,
en esta reseña, de desmenuzar el magnífico análisis de Freire y su reflexión
sobre tantos conceptos vigentes. El texto acompaña al lector curioso y
escéptico por el impacto del progreso técnico y la productividad en las
acciones humanas de cada día; nos alerta de los peligros de la precarización
intelectual; advierte de la abolición del conflicto como motor del
discernimiento; previene del riesgo de entronización del sentimentalismo. Y
mucho más, claro.
El lector
agradecerá el rigor de este libro tanto como su asequible legibilidad. Todo
esto sin menoscabo de una muy completa construcción intelectual que se
manifiesta en una nutrida bibliografía para aquellos lectores dispuestos a
profundizar en la reflexión y un índice onomástico como guía para acudir a las
referencias y citas de autores aludidos.
Una propuesta,
esta de Jorge Freire, necesaria y clarificadora, un análisis riguroso del
estado de la sociedad y de los riesgos de conformarnos con lo que el sistema y
el poder nos propone e impone. Leer La banalidad del bien nos hará más
vigilantes, más escépticos y críticos, es decir, más libres.
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