Con su
habitual sensibilidad y fortuna literaria, Mercedes Monmany nos presenta el
libro Del Drina al Vistula para mayor entusiasmo de sus lectores y de
los amantes de la literatura europea. En unos tiempos en los que nacionalismos
separadores y nuevas beligerancias afrentan el espíritu europeísta, la
literatura bien puede convertirse en vínculo de entendimiento y consenso.
Del Drina
al Vistula recorre las creaciones literarias del corazón de Europa en un
recorrido fluvial—no en vano su título lo enmarcan dos ríos centroeuropeos—de
ligera navegación, exactitud analítica y pasión por la historia literaria del
viejo continente. Y es que la autora, como ya hizo en sus obras Por las
fronteras de Europa, Sin tiempo para el adiós o Ya sabes que volveré,
profundiza en el alma común de una Europa que ha expresado tanto sus conflictos
como sus afinidades en la mejor literatura desde el siglo pasado hasta nuestros
días.
Merece un
aprecio especial la gran labor divulgativa de Monmany respecto a la literatura
europea en general y la de Centroeuropa en particular. Una divulgación que la
propia ensayista ha denominado una suerte de «evangelización» literaria. Y es
que no es menor la necesidad de que el occidente europeo preste atención a
aquellos países que durante tantos años—sobre todo tras la caída de imperio
austrohúngaro y las dos guerras continentales— cayeron en el ostracismo y el
aislamiento bajo el oscuro yugo soviético.
Quién mejor que Mercedes Monmany, ella misma educada en un imaginario
literario de frontera —entre España y Francia; Portbou y Cérbère—, para
comprender y hacernos traspasar las fronteras que durante tanto tiempo nos han
alejado de las literaturas de países como Hungría, Polonia, Rumanía, Serbia o
Ucrania. En este maravilloso libro podemos conocer a autores como Magda Szabó,
Adam Zagajewski, Mircea Cărtărescu, Dubravka Ugrešić o Yuri Andrujovich. Países
y autores que, según palabras de la autora «encarnaban enormes y profundos
agujeros negros de desconocimiento». Y así lo expresa en el prólogo la autora,
citando al Premio Nobel de 1980, Czesław Miłosz, que, en su obra La mente
cautiva diría: «Cualquier polaco, checo o húngaro sabe bastante de Francia,
Bélgica u Holanda, pero en cambio un francés, belga u holandés de cultura media
apenas sabe nada de Polonia, Checoslovaquia o Hungría».
De reparar esta anomalía se ocupa Monmany en este nuevo libro con el
cuidado y la sensibilidad habituales en sus obras. Aquí nos presenta unas
decenas de autores y sus obras más relevantes con una mirada a las
circunstancias históricas de cada uno de ellos con el fin de romper aquella
invisibilidad en la que se desarrollaron ante la desidia de los países de la
Europa libre. Sin embargo, no se trata sólo de dar a conocer obras y autores
para equilibrar el injusto olvido de aquellos durante casi un siglo. Somos los
lectores de la Europa occidental quienes más ganamos al acercarnos a estas
literaturas. Somos los lectores quienes accedemos a un acerbo cultural de
enorme calidad estilística y de pensamiento. Conocer la literatura húngara,
rumana, croata, eslovaca, etc, amplía nuestro acerbo cultural y el acceso a
experiencias diversas, dispares de las vidas de los países del oeste.
Este itinerario fluvial de mano de la autora nos hará atravesar
historias y experiencias particulares, sencillas, de personas y personajes que
sufrieron persecución, falta de libertad, terror dictatorial pero que, en su
tragedia, mantuvieron el orgullo de nación y la dignidad anclada en la cultura.
Su literatura muestra un apego a la sencillez y al compromiso con la belleza de
sus lenguajes y sus ciudades. Sus historias se expresan sin el arrebato
mercantilista de parte de la literatura occidental, subordinada en demasiadas
ocasiones a la lista de ventas y al beneplácito de un mundo de lectores ávidos
de novedades.
No quisiera cerrar este texto sin llamar la atención sobre los títulos
descriptivos que acompañan, en cada capítulo, a los nombres de los autores. Muestran
el don de la autora para resumir en pocas palabras el atributo más ajustado a
cada autor. Representan, en sí, sugerentes títulos de posibles novelas, creando
en el lector una poderosa expectativa de lectura. Algunos ejemplos. El rumor
del tiempo. Elogio del nomadismo. Los sótanos de Bucarest. Los nuevos
apátridas. Una sutil obra maestra. Ya sólo la lectura del evocador índice
nos adelanta un horizonte de delicias literarias de primer orden.
El libro de Mercedes Monmany, digámoslo para terminar, es un libro
imprescindible para aquellos lectores que deseen abrir su frontera literaria a
autores de enorme calidad estilística y sensibilidad humana, una frontera que
no ha de ser muro sino puerta amable de entrada al corazón de la Europa que
siempre existió y a la que pertenecemos todos.
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