La última
frase
Camila Cañeque
La Uña Rota, 2024
Habría
que empezar por el final y seguir el juego de la autora para colocarse ante el
abismo de los finales y mirar hacia abajo. Camila Cañeque falleció poco antes
de ver publicado este su primer y último libro. Falleció mientras dormía, de
muerte súbita con 39 años. La autora escribió su última frase en el entreacto
del sueño, pero nos ha dejado este magnífico dispositivo de 452 frases finales
de 452 libros para que contemplemos la inapelable terminación de todo cuanto
nos acontece.
La
última frase es un libro de libros, un libro de fragmentos de libros con
los que componer un libro renovado y de todo sentido. Es un libro de amor a lo
literario, lo único verdaderamente real. Las últimas frases de los libros
parecieran no tener importancia, serían amables e intrascendentes puertas de
salida a otros mundos, al nuestro de cada día.
En
su ensayo Aspectos de la novela decía E.M. Forster que es en los finales
donde el autor pierde aliento y, en ocasiones, no sabe cómo terminar y también
en ocasiones lo hace de cualquier modo. Y, como demuestra Camila Cañeque con La
última frase, esos finales, esas palabras —a veces eso, solo una palabra—
dice más que todo lo dicho en el libro. O al menos no son pasadizos
entreabiertos de cualquier modo por el autor para terminar su obra y despedirse
sigilosamente.
«y
yo seguía centrada en las frases que están en la antesala de lo que no existe»,
dice la autora en la página 43 para explicarnos el proceso doloroso de darle
sentido a una obra hecha de retazos y trozos (finales) de libros ajenos. Lo
hace invocando la última frase de un libro de Annie Ernaux, Perderse,
«Esta necesidad que tengo de escribir algo peligroso para mí, como la puerta de
un sótano que se abre, donde hay que entrar cueste lo que cueste».
Camila
Cañeque no ha escrito un compendio de frases en fila, no se trata de un
catálogo o de una lista de frases sin orden. La autora nos va mostrando su
proceso vital durante la composición, de años, de un texto sin fin. «Era un
impulso por paliar las despedidas propias y los finales personales, como si
esperase una reparación o como si quisiera estar más preparada. Un constante
ensayar la muerte sin entrar en ella».
En
literatura ha llegado el momento de la desaparición. Todo lo hasta ahora
escrito es todo lo que se puede decir y, desde este momento, lo que viene, si
viene, será un juego de recortes y reescritura, de reconstrucciones y puzles
fabricados con lo que hay. En La última frase, Cañeque, ha sabido ver
este instante y ha creado un architexto, una ficción de la ficción. Es esta una
obra que ha entendido la necesidad de reconformar el ámbito literario partiendo
de lo ya escrito. Es el final del principio o el principio del final.
Pero
ese final es asomarse al abismo y no mirar hacia abajo sino hacia delante. Dice
la autora, en la página 60: «La ficción nos ofrece la seguridad de su propia
muerte. Es la mayor fabricante de finales. Y la mejor». Así pues, de la muerte
de la ficción —y de la propia literatura— surge la creación. Nos habla la
autora de los finales como pequeños tratados del apocalipsis. Las llama
«pequeñas criaturas apocalípticas» y las contempla como generadoras de
expectativas. Todo pequeño final, transitorio, es el comienzo de algo, es una
posibilidad de alargar el ahora.
La
autora, ya al final de su libro, nos avisa de haber salido de una prisión hecha
de puertas de salida. Este libro, La última frase, es la puerta
definitiva por la que escapar de esa prisión de fragmentos con forma de
barrotes a través de los cuales, sin embargo, podían entrar los rayos del sol.
Es
este un libro para asiduos de la lectura, quizá para letraheridos y también,
por qué no, para juguetones lectores de tipo perecquiano, esos que
gustan de clasificar, repetir, agotar lugares y lecturas, aquellos que
disfrutan a veces dolorosamente detectando grietas entre las palabras, casillas
por rellenar, hacer juegos malabares con las frases ajenas para crear citas
propias.
La
última frase escrita por Camila Cañeque, escritora, artista y filósofa, en su
libro La última frase es:
«Una más».
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