Crítica
de la razón maquinal
Basilio Baltasar
KRK Ediciones, 2024
230 páginas
El escepticismo del pensador ambulante
Es este un
libro sutil, delicado, conceptual y, a la vez, un texto intempestivo,
acuciante, un paradigma de la más refinada sabiduría.
El autor,
Basilio Baltasar, sabe de lo que escribe. Es autor de otros ensayos que también
se adentran en el ámbito del humanismo (El intelectual rampante y El
Apocalipsis según san Goliat).
Leer este
libro, Crítica de la razón maquinal, supone un despertar de la mente,
deambular por los recovecos de la conciencia para salir de él, como de un
retiro de la mundanidad, más avisado y limpio de la estupidez que asola la
mente del ciudadano del siglo XXI.
La figura del
pensador ambulante, el filósofo agonista, como Virgilio hizo con Dante,
acompaña al lector que se adentra tras los muros de la macabra construcción
mecanicista. Aquí, sin embargo, existe más riesgo, pues quien acompañe al
pensador agonista ha de convertirse en equilibrista, en acróbata y pensador
ambulante, para correr el riesgo de comprender el mundo que lo contiene.
«El pensador
ambulante de la filosofía agonista despliega un discernimiento subversivo,
arrogante y sutil», nos avisa el autor.
Confieso que
he leído, en el último año, varios ensayos en los que los autores tratan la
apoteosis mecanicista, el positivismo exacerbado y el absolutismo tecnicista. En
todos ellos he encontrado inteligencia y rigor, pero en este de Basilio
Baltasar existe, además, una voluntad poética, una reverberación sapiencial,
una fructífera apelación al «orden sagrado de lo mitológico, al orden santo de
lo religioso, o al orden lógico de lo profano».
Crítica de
la razón maquinal es un constructo poético que nos vincula con la tradición
del pensamiento ancestral, con los orígenes del lenguaje filosófico y, mediante
la potencia del aforismo, nos adentra por el lúcido camino de la emancipación.
Porque de lo que se trata, según Baltasar —o,
mejor, su narrador dantesco— es de apostarse contra la «estrategia maquinal
[que] hace imposible la conciencia de la Humanidad», la fragmenta «en un puzle
de identidades psicóticas, en innumerables sectas hostiles entre sí».
En el
magnífico preámbulo titulado acertadamente La gran maquinación, el autor nos
pone en antecedentes de cómo ocurrió todo. Bacon, Hobbes, Descartes plasmaron
el programa del pensamiento contemporáneo. Ahí radica el punto de inicio de la
Gran Restauración (Bacon), esa que se ha ido desarrollando en el siglo XX
(Skinner, Wiener) y en nuestro tiempo y cuyo objetivo es anular todo lo humano
que hay en el individuo.
El dominio de
la técnica, la dinámica conductista, el uso del conocimiento humano para
otorgar a las máquinas una apariencia de inteligencia. Todo ello ha hecho
crecer aquello que predijo Nietzsche: el crecimiento del desierto. El desierto
crece en el hombre por la voracidad de las corporaciones que pretenden vaciar
al humano y llenar sus máquinas. «El desierto crece, ay de aquel que alberga
desiertos», se lamentaba Nietzsche. Recuerda a aquella metáfora que usaba Ernst
Jünger en su libro La emboscadura. La vida del hombre actual es «un pozo
en el que desde hace siglos viene arrojándose escombros y desechos. Si se los
retira, se encontrará en el fondo no sólo el manantial, se encontrarán también
las viejas imágenes».
Basilio
Baltasar lo deja bien claro. Se trata del antagonismo declarado entre dos ideas
sobre el Hombre. «En el lado de la luz, el hombre autónomo, el hombre interior,
libre de coerciones…»; en el lado fe la sombra, la versión protésica del hombre
mecanizado, atrofiado, reducido y programado… […], un instrumento, un autómata,
un androide».
El cientifismo
egocéntrico y exacerbado ha supeditado la ciencia al servicio de la técnica y
ha creado infinitas aplicaciones para la manipulación del hombre a cargo de la
ingeniería gubernamental. «Se ha reducido —encogido, plisado y plegado— las
dimensiones de la mente al tamaño de un mantel», avisa el autor.
Y bien, no
todo está perdido. Una línea de luz se atisba para el hombre singular. Se trata
de llevar a cabo «la más radical emancipación que ha concebido el espíritu
humano». Se trata de adquirir el escepticismo, la ironía y el sarcasmo del
filósofo agonista, su conjura contra el «apotegma de la doctrina mecanicista», contra
la descripción del universo como un engranaje mecánico que ha convertido al ser
humano en mero dispositivo emisor de datos manipulables.
«La filosofía
del siglo XXI rescatará la dialéctica de la mística ambulante», propone con
esperanza el autor. Se trata de lo que Baltasar denomina «la filosofía
agonista». Es una filosofía dialéctica y de alianza «entre el pensamiento y los
sentidos, el entendimiento y las sensaciones, entre las ideas y las cosas…».
Ya ven, Crítica
de la razón maquinal no es un mero bosquejo de las dificultades del
humanismo en los tiempos actuales, no es tampoco un simple lamento de lo ya
perdido. Es un compendio de síntomas, de especificidades, de metáforas
clarividentes; es también un modo de reflexión, una metafísica, una poética de
lo humano y de la conciencia.
En fin, es un
libro singular que es recomendable leer.
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