Hazte quien
eres
Jorge Freire
Ediciones Deusto, 2022
165 páginas
Uno
de los aciertos de este libro—y adelanto que tiene muchos— es el subtítulo
asignado, pues nada le viene mejor a su propuesta en estos tiempos de
tribulación que un código de costumbres con el cual aderezar nuestro paso por
la existencia.
El
libro del joven filósofo Freire ha llegado a mis manos tras haber leído (y
reseñado) su última obra La banalidad del bien (Páginas de Espuma, 2024)
y haber tirado del hilo de obras anteriores del perspicaz autor. Si en La
banalidad del bien ponía en solfa la trivialización de comportamientos
ciudadanos como la disrupción, la volatilidad y el exhibicionismo, en Hazte
quien eres propone Freire, con sabiduría y humor, desmantelar ciertos mitos
como la identidad, la repetición y el mal entendido consenso.
Otro
acierto de este libro es su forma de código. El índice de la obra se convierte
en una especie de Tablas de la ley, en un Código de Hammurabi o en recomendable
estatuto de vida virtuosa. Si el Ministerio de Educación tuviera dos dedos de
frente haría clavar el sumario del libro en los tablones de anuncios de todas
las escuelas públicas.
Pero
antes de hablar del libro que nos convoca he de decir que Jorge Freire es un
humanista; es un joven filósofo, sí, pero también escritor, divulgador
cultural, crítico social y columnista en prensa. Freire comparte atributos y
talante con un puñado de filósofos y profesores contemporáneos donde estarían
Javier Gomá, Juan Arnau, Gregorio Luri y algunos más que, con perdón, olvido
mencionar. Como todos estos, Freire recoge una tradición de pensamiento crítico
fundamentada en lecturas e interpretaciones heterodoxas, desde la fuente
socrática hasta el escepticismo nietzschiano.
He
mencionado antes la solicitud del índice de la obra como código de virtudes. Y
es que la sola enumeración del contenido puede servir al avisado lector
ciudadano como un breviario de comportamiento. Cincela el carácter, Ten coraje,
Sé aquello que deseas parecer, Incendia lo que veneraste, Desconfía del
consenso, No desconectes, Cultívate, Impón tu suerte…, son algunas de las
consignas que nos da el autor para llevar una vida virtuosa y acrisolar el
carácter.
«Este
ensayo—nos dice Freire—, escrito en vocativo, se compone de mandamientos. Son,
ante todo, sugerencias de amigo. Conforman mi código de buenas costumbres y a
mí, sobra decirlo, me van bien. Quizá a ti no».
Cuidado,
la obra de Freire no es un manual de autoayuda, aunque pueda parecerlo. No lo
es por una sencilla razón. En ningún momento nos dice el autor que siguiendo
este código personal vayamos a reconvertirnos en mejores personas ni en
ínclitos ciudadanos. El capítulo IV lo deja muy claro: Confía sin fiarte. Del
dictum aristotélico hasta la aparente paradoja «confiar sin fiarse significa,
más bien, ser consciente de tus propias fuerzas».
Algo
parecido escribió el poeta Robert Walser: «No tengo mucha confianza en mí
mismo, pero creo en mi persona». Y Freire nos cita a Ortega por si las moscas:
«Si no tenemos confianza en nosotros, todo se habrá perdido. Si tenemos
demasiada, no encontraremos cosa de provecho. Confiar, pues, sin fiarse.»
Y
ese mismo “no fiarse” debemos aplicarlo a toda admonición y mandato. Tomar de
los clásicos aquello que nos vale y mejora, sin excesivo entusiasmo pues
deviene en estupidez. Cultivarnos según nuestro carácter y perspectivas
desconfiando de los expertos. Apasionarse en lo personal y no en el criterio adocenado.
Leer todo lo que uno pueda sin convertirse en fetichista de los libros y como
dijo Voltaire, apunta Freire, «cojo lo bueno para mí donde lo encuentro».
Ya
ven, un libro sin desperdicio, una joya de la inteligencia y de la alegría
vital. Nos aporta criterio, virtudes de nuestros clásicos, un toque de
escepticismo y una toma de posición. Este es el código de costumbres de Jorge
Freire y, como él mismo dice, podemos configurar el nuestro personalizado. Pero
hagámoslo con valentía, con juicio, con cultura y con libertad. Huyamos de las
multitudes iletradas y arrebañadas, impongamos nuestra suerte adquiriendo las
virtudes apropiadas. Creemos nuestro código propio y tiremos para adelante.
Con
todo lo dicho hasta ahora pareciera que el libro de Freire es un texto sesudo, académico
y profesoral. Y nada más lejos de la verdad. Freire es un tipo que, se ve, conoce
mucho pero también sabe transmitirlo con alegría y amenidad. Freire nos diría
lo mismo que dice en el libro en una terraza al fresco tomando unas birras.
Su vocabulario ensarta con sutileza y dominio tanto la competencia coloquial y
profana como el cultismo más acendrado, en una especie de pincho moruno
lingüístico que impele al lector a llenar sus alforjas de útiles términos y
conceptos. No en vano el propio Freire se ha denominado a sí mismo “soldado de
la RAE” por su activismo en usar el más acendrado lenguaje.
Lean
este magnífico ensayo aquellos interesados en hacerse quienes son siguiendo el
dictado del griego Píndaro y aquellos que dudan del discurso falso y manido de
nuestro tiempo y pretenden crearse el hábito de la virtud. Y, recuerden, peguen
el sumario de este libro en el salpicadero del coche, frente la taza del
inodoro o sobre la pantalla de su ordenador y sigan las
sugerencias/mandamientos del amigo Freire.